¡QUE CONSTE,… SON REFLEXIONES!

  • Sócrates A. Campos Lemus

       Desde hace mucho tiempo hemos observado de que los mediocres, los sumisos, los acobardados, los disciplinados, los que “usted diga señor”, son los que le sirven al sistema. En este mundo, cuando menos en México, desde hace mucho tiempo perdimos el rumbo de la educación y la convertimos en una forma de sometimiento, de control, de manipulación, dejamos la creatividad a un lado para dar paso a lo tradicional, a lo que “todo sigue igual” porque nada cambia. Imitamos todo, pero ni siquiera como los chinos que lo imitan y se apropian de ello, al contrario, en este país, lo que sobran son los imitadores, los ñoños que educados fuera de la realidad nacional quieren imponer lo que “aprendieron” librescamente en vez de buscar el alma del mexicano y de lo mexicano; en vez de darnos raíces las cortamos para cortar las alas de la creación y de la verdadera libertad que se logra por medio del trabajo y del esfuerzo. Así, hemos convertido a la POLÍTICA como el “objeto más codiciado por la voluntad de poderío”, nos interesamos en la política por razones inmorales: enriquecimiento, corrupción, lucro, la hemos convertido no en una forma de servir sino en la forma más sencilla y cruel de servirse de los demás, por ello, caemos en lo radical o en la demagogia donde unos cuántos explotan la buena fe o la cobardía de los más.

         Perdimos el sentido práctico porque perdimos el sentido de la realidad ya que al no formar una cultura que nos permita analizar la realidad con sus cosas buenas y malas, dejamos de ver lo que el sentido común marca para entrar en las especulaciones y los sueños. Nuestros políticos pueden vender el alma, y la demagogia, hacerla parte de su valor, porque los mexicanos pensamos en los milagros, creemos que llegarán como llegaron los conquistadores: de algún lado, en vez de construir el milagro nacional, al no entender la realidad nos quedamos en la mediocridad, el rencor, el odio, el resentimiento y damos un sentido de inferioridad a nuestra vida y a nuestra participación social o política, nos formamos individualistas y poco solidarios y nos sentimos machos acobardados ante el poder y el poderoso. No reconocemos NUESTRO QUERER A NUESTRO PODER.

         Se nos habla de cambios, y sobre todo, de reforma educativa que se queda en la simple demagogia y en el control y brutalidad del magisterio; queremos maestros sumisos, disciplinados a lo que les dicten del poder, sumisos y acobardados para que no den lata, para que trabajen y hagan que los niños reciten lo que oyen o lo que se les obliga a leer, son mecanicistas no son creadores, no forman el carácter individual del niño que se debe formar en la familia y en la escuela para que se pueda enfrentar la vida. Acobardados, no pueden enfrentar la vida, y en su frustración, se inclinan  a desvalorarse pensando en que solamente pueden los que tienen poder o están cerca del mismo, así, el oportunismo sale a relucir y los jóvenes no quieren hacer nada en su formación en la vida, sino estar cerca del que manda y cerca del que paga, porque siendo sumiso y dócil a sus mandatos, ellos, recibirán como lo hacen los burócratas en el poder, lo que se supone puede permitirles el mandar y el enriquecerse, no creamos. Los ricos en este país, no han creado nada, han sido beneficiados por las concesiones que les da el poder, les dieron los teléfonos, las comunicaciones los transportes, las minas, ahí, explotando y saqueando lo que tenían, lo que les dieron sin crearlo, ellos, son los hombres más ricos y no hay nada que muestre su capacidad de creatividad de algo que les permita ser buenos mexicanos en vez de buenos explotadores de los mexicanos, de sus bienes y de sus recursos públicos.

         Los grandes multimillonarios se han formado y forjado gracias a lo que les dan sin más: las concesiones, así que tienen la misma visión con la que llegaron los españoles a México, no colonizaron, ellos, llegaron a saquear y explotar a los indios y lo de los indios, ellos, no querían formar una patria, querían retornar a su “madre patria” con los bolsillos llenos, no importara que chorrearan sangre, dolor y tragedias.

         Por ello los grandes educadores y los verdaderos conquistadores fueron los monjes y ellos llevaron la construcción de templos como una forma de darles a los indios algo más en qué creer, ya que, ellos, también estaban cansados y temerosos de que los “dioses” fueran tan crueles como los que conocían al sacrificarles en sus ceremonias, como una forma de terror y horror para someterlos a los caprichos y manipulación de los Tlatoanis. Ellos, sabían que sufrir era su destino y nada cambió con la conquista, ni con la independencia , ni el movimiento liberal que trató de crear una educación y una legislación para definir los campos del pensar con los del creer, para que ya no se siguiera explotando a los demás por el temor a los dioses o por temor a la iglesia y al poder que representaba, superior a la representación civil que estaba determinada por las concesiones que se les daban a mediocres y oportunistas desde la "madre patria”. El verdadero poder, lo manipulaba la iglesia porque con la Santa Inquisición,  mostraban que podían disponer de las vidas y de los recursos de españoles o de indios, y eso, así mostrado, era un poder terrenal superior a cualquier visión del momento. Y así continuamos, hoy, los dioses y los sacerdotes son el dinero, las drogas, las armas, el verdadero poder, el que dispone de vidas y bienes de cualquier ciudadano que está indefenso ante los burócratas y saqueadores, solamente porque  detentan un poder que nadie les brinda, sino que lo tienen porque dejamos que lo tengan, por cobardes y por incultos, por mediocres y por mantener el complejo de inferioridad que no nos deja vivir en paz…