Que nos depara el 2014

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez
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En estos días navideños y el fin del año 2013, se escuchan por todos lados parabienes,  alegrías, felicidades, deseos de éxito, etc. El espíritu decembrino invade el ambiente en toda la población y de múltiples formas se condensa la idea de mejores momentos, después de los múltiples de pesadumbre que la inmensa mayoría de los mexicanos, los pobres desde luego, han tenido que soportar a lo largo del año que termina. Pero siempre sobrevive la optimista esperanza, apoyada por los deseos que escuchamos y por la enorme propaganda de todo tipo, pero en especial la que viene, de quienes tienen posibilidades reales de elevar las condiciones de vida de la población, es decir de los gobernantes, por ser quienes tienen el poder y la forma de mejorar la distribución de la riqueza, y así darle alegrías concretas a los trabajadores de todo tipo.
                        En este sentido, la propaganda más importante que viene del gobierno federal, ha sido hasta ahora las “famosas reformas estructurales”, con las cuales nuestro país va a iniciar una transformación sin precedentes: abatimiento del desempleo, mejoramiento de los salarios, disminución del costo de la electricidad y el gas y por ende el de las gasolinas, mayor inversión y por lo tanto mayor recaudación de impuesto y un aumento considerable del erario, lo que permitirá mejorar la infraestructura de las vialidades, los servicios básicos, la vivienda y sobre todo la salud y la educación, y con ello nuestra nación saldrá de la crisis y vendrá el desarrollo y el progreso, así más o menos han pintado el panorama que viene.
                  Otra cruzada no menos importante, es la del gobierno del estado, que donde quiera que tenga la oportunidad de transmitir mensajes, que los medios de comunicación recogen puntualmente, ha expresado que su gobierno está solucionando los problemas más importantes de la población, y que en este segundo periodo de su gestión el progreso se verá  más claramente.
                 Atendiendo a estos mensajes, tendríamos que creer que las dificultades que más nos preocupan, socialmente hablando, se solucionaran y que sólo es cuestión de tiempo para poder observarlas. Sin embargo, la experiencia histórica del  pueblo  mexicano  sabe perfectamente bien que esto no es cierto, en primer lugar porque los políticos de toda ralea siempre usan las promesas que ellos saben que no van a poder cumplir como una forma de mantenerse en el poder; en segundo lugar, porque el objetivo de estos mismos políticos es buscar la forma de cómo beneficiarse del poder y no el de cómo mejorar las condiciones en que vive el pueblo; y en tercer lugar, y el más significativo, es que la realidad pinta otras condiciones impuestas que los gobiernos de todos los niveles no quieren ni pueden tocar  y este es, nos guste o no,  el modelo económico.
                En efecto, nuestro modelo económico denominado de “Libre mercado”, en las circunstancias de nuestra nación, impone condiciones muy claras, como el dominio total de los empresarios en la economía, y estos tiene como objetivo principal no el de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, sino el de aumentar sus ganancias, y por ello imponen el nivel de los salarios, que lleva necesariamente a que la riqueza se concentre en un sólo polo, el de los empresarios; y que en los obreros se concentre la pobreza. Se da también como condición de libre mercado, el enorme desperdicio de recursos y fuerza de trabajo, así también la explotación de los recursos naturales en forma inmisericorde, se da también la dependencia de los países menos poderosos a los más ricos, y esta distancia entre los que más tienen y el conjunto del pueblo que es la inmensa mayoría, se produce indisolublemente la corrupción que corroe las entrañas de la sociedad, con toda su estela de crímenes, narcotráfico y violencia de todo tipo.
                   Por ello si vemos con claridad la situación actual, y puesto que las reformas anunciadas hasta los apologéticos dicen que traerán beneficios hasta dentro de varios años y sus detractores anuncian una catástrofe para los pobres, en el 2014 habrá más de los mismo, y ya se empezó, aumento el pasaje, los salarios aumentaron realmente una miseria, la administración pública es ineficiente y corrupta según reporta la prensa un día sí y otro también, la justicia se vende al mejor postor, la educación en México es de las peores del mundo, cada vez hay más gordos desnutridos etc., etc.
                  Pero la sabiduría popular no falla, cuando dice: “No hay mal que dure cien años, ni enfermo que los aguante”, todo esto va haciendo conciencia en el pueblo pobre, y la Historia, madre de las ciencias, indica claramente qué hacer cuando el pueblo ya no aguanta, pero mientras, nos toca ahora exigir que el estado cumpla con sus promesas, tenga los resultados que tenga las reformas estructurales, y las promesas de don Mariano.