Oaxaca, la esperanza florece

  • Juan Arturo López Ramos

Oaxaca, 2 de diciembre 2014.- Desde hace décadas los oaxaqueños hemos reclamado a la federación que México tiene una deuda histórica con Oaxaca.

Siempre hubo oídos sordos a este justo reclamo.

Hoy, por primera vez, un presidente de México reconoce la asimetría de un México desigual y por lo tanto,  la imperiosa necesidad de transformar las politicas publicas para favorecer el desarrollo de los estados de Guerrero, Chiapas y desde luego, Oaxaca.

El presidente Enrique Peña Nieto lo expresó en sus recientes propuestas a la nación y lo ratificó el dia de ayer en Chiapas: “Hoy existen dos Méxicos: Uno. Inserto en la economía global, con crecientes índices de ingreso, desarrollo y bienestar. Y por el otro lado, hay un México más pobre, con rezagos ancestrales que no han podido resolverse por generaciones. La desigualdad regional cada vez es mayor en los estados de la frontera Norte y del Bajío, respecto a los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas.”  

Este reconocimiento del presidente de la república y su explicita intención de cambiar las políticas públicas para revertir los desequilibrios sociales, merece el reconocimiento de los oaxaqueños, pero mejor aún, la activa participación de los gobiernos estatal y municipales, junto con todos los sectores y todos los ciudadanos interesados, para proponer al gobierno federal alternativas de inversión y acciones innovadoras que contribuyan a revertir los enormes rezagos sociales que padecemos.

Apenas ayer días recibí en Oaxaca a entrañables amigos empresarios que se asombraron de la enorme riqueza natural, histórica y cultural de  Oaxaca, pero tambien de las interminables marchas y plantones que no resuelven problemas y frenan el avance de Oaxaca.

Sin duda Oaxaca ha estado en la extraña misma de la historia de México, no solo del México contemporáneo y del México virreinal, sino también del México milenario, del México profundo.

 La UNESCO, al declarar en julio del 2010 al Valle de Oaxaca como Paisaje Cultural de la Humanidad,  reconoció quq aquí se encuentran los testimonios más antiguos del inicio de la civilización en el continente americano.

Los antiguos zapotecos, al convertir el teosinte en maíz, propiciaron el nacimiento de la agricultura y con ello el inicio de la civilización en Mesoamérica.

Para apreciar la extraordinaria dimensión de esta hazaña cultural de los zapotecos, basta decir que el maíz es el alimento más cultivado en el mundo.

A la gloria de los abuelos zapotecas se suma haber inventado la escritura y el calendario, que sirvieron de modelo a todos los calendarios de Mesoamérica; aquí también se construyó el primer edificio público y la primera gran ciudad estado: Monte Albán.

El esplendor de la época virreinal en México y en Oaxaca, no se explica sin los abundantes recursos que propició el comercio de la grana cochinilla.

Con nuestros amigos empresarios, visitamos ayer la extraordinaria exposición que Don Alfredo Harp e Isabel Grañen montaron en Centro Cultural San Pablo y en el Museo textil,  donde exhiben las técnicas de otros legados milenarios de los oaxaqueños al mundo: los procesos para obtener el color intenso del caracol purpura, el rojo extraordinario de la grana cochinilla y el profundo y brillante azul añil de nuestros pueblos ancestrales.

En la independencia,  el genio militar de Morelos se convirtió en estadista  al contacto con la intelectualidad oaxaqueña. Aquí en Oaxaca, expidió la Proclama de Tehuantepec en la cual abandono la defensa de la permanencia en el trono de Fernando VII y se pronunció por la completa  indpendencia  de la América Española.

Juárez y Porfirio Díaz presiden la historia nacional en la segunda mitad del siglo XIX. Flores Magón da el vigor ideológico a la revolución mexicana y Vasconcelos, el latinoamericano mas brillante del siglo XX, define también el perfil cultural de México. Tamayo, Nieto, Toledo, Morales, Hernández, construyen el siglo de oro de la pintura oaxaqueña y el movimiento plástico más importante de México.

La dignidad de nuestro pasado, su enorme fuerza moral, enseña que Oaxaca es más fuerte que sus problemas y que los oaxaqueños sabremos encontrar la ruta para nuestro desarrollo humanista y luminoso.  Más ahora, con el convencido apoyo del Presidente de México.