¡Que conste..son reflexiones!
- Sócrates A. Campos Lemus
La PASCUA es una renovación, es el fuego nuevo y el agua nueva, la vida nueva, la resurrección, esto, a muchos que tienen tiempo, no les llama la atención. Cuando concurría con mi padre a la iglesia, me preguntaba por qué razón no había jóvenes y estaban llenas de viejos, hoy, lo entiendo. Los jóvenes tienen sueños y los deben alcanzar, tienen mundo y vida por delante y, los viejos, ya casi no tenemos sueños y nos volvemos realistas: entramos en la realidad, comenzamos a hurgar en la verdad, por eso el tiempo cobra una dimensión diferente con los viejos y los jóvenes, son diferentes, unos tienen de más y otros tenemos poco para continuar, por eso lo apreciamos y valoramos, lo usamos con mayor ternura. Por eso, en el lunes de Pascua, creo que es bueno el reproducir un bello poema de José Luis Borges, que se llama APRENDIENDO:
“Cada hombre encuentra el camino que antes imaginó en su mente.
Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.
Y aprende que el amor no sólo significa acostarse con alguien y que una compañía no significa seguridad y así uno comienza a aprender…que los besos no son contratos y las reglas no son promesas, y cuando empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza en alto y los ojos abiertos…y aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro, y el futuro tiene forma de caerse en la mitad.
Después de un tiempo uno también aprende que si es demasiado, hasta el calor del Sol quema….y si uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores…y aprende que realmente uno puede aguantar, porque uno es realmente fuerte y realmente vale, y aprende4y aprende…. Y cada día aprende, a pesar de los golpes y el sufrimiento… y con el tiempo comprende que sólo quien es capaz de amarnos con nuestros defectos, sin pretender cambiarnos, puede brindarnos toda la felicidad que uno desea.
Con el tiempo también aprendemos que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando durante toda la vida a quién herimos con ofensas.
Con el tiempo nos damos cuenta que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.
Y también aprendemos que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.
Con el tiempo aprendemos a construir todos nuestros caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.
Con el tiempo nos damos cuenta de que en la realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estuvimos viviendo en ese instante.
Con el tiempo veremos que aunque seamos felices con los que están a nuestro lado, añoraremos con intensidad a los que ayer estaban con nosotros y ahora se han marchado.
Con el tiempo aprendemos que intentar perdonar o pedir perdón ante una tumba, decir que amamos, que extrañamos, que necesitamos, o que queremos ser amigos, ya no tiene ningún sentido.
Todo desafortunadamente lo aprendemos con el paso del tiempo.
¡Oh inexorable tiempo que todo te lo llevas menos el sufrimiento!
Y NO ES QUE LAS NOSTALGIAS INVADAN LOS TIEMPOS QUE VAN Y VIENEN, no, finalmente, es el tiempo que jamás se recupera y que deja que las palabras y los sentimientos se queden o vuelen en los sueños o en las intenciones y así, cuando vamos aprendiendo el valor del tiempo es cuando ya estamos al final de los días y los años. Por esa razón, cuando vemos el valor del hoy, del momento, es cuando debemos decir los sentimientos y dejar que éstos penetren el alma, que vuelen de gente en gente y que sepamos que al final de los días, lo que cuenta es lo que fuimos sembrando y los frutos que se dan con el fuego nuevo, con el agua nueva , con la vida nueva, porque nada es igual, todo cambia y en ese cambio es cuando entendemos el valor del momento y de la caricia y de la mirada y de la palabra no dicha o de la mal utilizada. Que sea un motivo para reflexionar, y que el tiempo, nos dé motivos de alegría y no de llantos. Y que el llanto, se pierda en la lágrima que se vuelva nube y lluvia y agua nueva.