Los efectos de los sismos e inundaciones en el sistema político mexicano

  • Jorge E. Franco Jiménez

El panorama político electoral, social y económico se encuentran en estado de oscilación como secuela de los fenómenos sismológicos y meteorológicos que están ocurriendo y que, en especial, han afectado a la población del nuestro Estado en la zona del Istmo y específicamente en el Distrito de Juchitán lo que provocó que esa zona sea motivo de atención constante, desde el primer momento, del Gobierno federal y de la Sociedad Mexicana en general accionando de manera paralela para aliviar y restaurar el patrimonio inmobiliario de las familias afectadas y la falta de alimentos y vestido. En estas acciones se observa que el presidente Enrique Peña Nieto ha cubierto el déficit de las visitas que no llevo a cabo durante los cinco primeros años de su ejercicio.

El panorama electoral se ha convulsionado de manera profunda evidenciando que los vaticinios anteriores a los lamentables sucesos que hemos vivido se han movido y hoy destacan que Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, si bien se mantienen al frente con cierto margen, el mismo se ha venido reduciendo y sus líder se ha mantenido en situación de discreción sospechosa frente a los pronunciamientos de las cabezas de otros institutos políticos e incluso del frente integrado por el Partido Acción Nacional, de la Revolución Democrática, y Movimiento Ciudadano que han incrementado su discurso para incentivar la inclinación del voto ciudadano.

Son múltiples factores sobre todo mediáticos los que están motivando a la ciudadanía a reflexionar acerca de la orientación del mismo. Uno que me parece está impactando de manera decidida es la presencia del Presidente Peña Nieto en las entidades afectadas, Oaxaca, Chiapas, Morelos, la Ciudad de México, dictando providencias inmediatas que ya empiezan a materializarse en los prototipos de vivienda, acciones que superan en lo positivo a las críticas negativas que surgen de aquellos que, de alguna manera, sienten que la atención no es suficiente ni adecuada y, otras impulsadas por intereses políticos que aprecian que la constante presencia del ejecutivo federal se traduce en un apoyo político electoral al Revolucionario Institucional.

Otro elemento interesante que se puede advertir es que los actores políticos y desde luego el Presidente Enrique Peña Nieto, bajo la experiencia de los pactos que se ha impulsado, por un lado difunden de la necesidad de que las acciones de ayuda y apoyo a los damnificados no se politice y de ahí que, en Oaxaca y Chiapas, por ejemplo, se haya entregado la operación de recepción y organización de la distribución de esos sustentos al ejercito con los problemas que han presentado con ciertas organizaciones privadas que, incluso propalaron, en ciertos casos que no se les permitió entregar esos apoyos en el Istmo; por otro la mano izquierda provocan el debilitamiento del enemigo electoral a vencer, Andrés Manuel López Obrador. 

Lo político esta funcionado en paralelo a las consecuencias de los sismos e inundaciones, como se aprecia en la lucha interna que se ha desatado al interior del Partido Acción Nación, imputándole a su dirigente Ricardo Anaya, que utiliza el cargo para obtener la candidatura a la Presidencia de la República impulsada por el frente integrado,  y aceptar que la candidata al Gobierno de la Ciudad de México sea la dirigente del Partido de la Revolución Democrática Alejandra Barrales; a la denuncia se agrega la separación de miembros relevantes de las familias que han integrado la nomenclatura de ese partido como la de Margarita Zavala, esposa del ex presidente Calderón.

Los efectos electorales mediático políticos, secuela de una estrategia bien diseñada, trascienden en varios sentidos. Uno que me parece importante es que con esos actos  se ponen los reflectores de la ciudadanía en ese elemento distractor, pero a su vez, centran su atención en el frente político integrado hasta ahora por tres partidos  a los que posiblemente se una un cuarto; con ello disminuye la atención sobre López Obrador y el Partido Morena y se atrae el voto de los que ven en esa figura integrada un elemento plural de gobierno compartido que de manera democrática asegura buscara encontrar candidaturas ido0neas para lo que requiere nuestro País.

Esos movimientos se intensificaran impulsados por el sistema que opera al margen de las reglas escritas y que se mantiene en los pactos secretos de la distribución del poder en México, acorde con los intereses en juego que ahora parecen moverse en sentido contrario a Morena y López Obrador fortaleciendo al presidente Enrique Peña Nieto y al Partido Revolucionario Institucional que empieza a mejorar en las encuestas que cotidianamente se llevan a cabo y desde luego al frente integrado por tres o cuatro partidos a pesar de la lucha interna en el PAN y el debilitamiento del Partido de la Revolución Democrática.

Es importante mencionar que el presidente Peña Nieto ha desarrollado su actividad de apoyo de manera diferenciada y congruente a la representatividad política que existe en cada una de las entidades que recorre de manera permanente. En Oaxaca, Chiapas y Morelos su quehacer es preponderante y los gobernadores lo acompañan como es justificado, pero no deciden ni operan directamente lo hace el ejecutivo o sus secretarios; en la ciudad de México, en contraste, su actividad es compartida con el que la Gobierna, Miguel Ángel Mancera, que tiene una imagen propia de gobernante efectivo que toma decisiones, lleva a cabo acciones por sí, o conjuntas con el Ejecutivo federal.

Estos elementos demuestran que el sistema político mexicano opera en varios frentes y desde luego la mano derecha que otorga los apoyos y distribuye los beneficios esta articulada con la izquierda que golpea y divide para fortalecer a las corrientes que inhiban al enemigo común que es López Obrador y sus aliados. A Ricardo Anaya del PAN lo fortaleció cuando fue coordinador parlamentario y componente del frente político que impulso el presidente Peña al inicio de su gobierno; ahora se le ocupa en otro frente similar con objetivos distintos, conservar el gobierno de la República.

 

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