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Culmina excavación de la Ofrenda 174 del Templo Mayor

Con 11 mil 800 objetos de los tres planos del universo.

México.- La excavación de la ofrenda más rica que se ha encontrado en el Templo Mayor –la cual estuvo a punto de ser dañada al encontrarse por azar–, concluyó con un total de 11 mil 800 objetos y restos de fauna hallados, mismos que representan los tres planos del universo: inframundo, terrestre y celeste.

Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la “Ofrenda 174”, en la que se trabajó desde el año pasado, tras registro fotográfico, digital y de limpieza, se “salvó providencialmente” cuando se instaló encima de ella un tubo que conectaba con un colector de aguas negras construido a inicios del siglo XX, durante el gobierno de Porfirio Díaz, pues según Antonio Marín Calvo, uno de los arqueólogos responsables de la exploración.

“Los trabajadores rompieron la cara sur de la caja de la ofrenda prehispánica, es por ello que allí encontramos materiales modernos y coloniales, como popotes de plástico, cerámica vidriada y huesos de cerdo y de borrego. Incluso pensamos que la ofrenda había sido saqueada, sin embargo, estuvo a unos cuantos milímetros de ser afectada”, señaló.

La ofrenda se encontró dentro de una caja de sillares de tezontle, de 74 por 72 centímetros, ubicada en Cuauhxicalco, donde sepultaban a los gobernantes de la antigua Tenochtitlán, y en donde lograron ofrendar elementos de la tierra y el cielo, el agua y el fuego, la muestra y la vida, Tláloc y Huitzilopochtli.

Lo primero en detectarse fueron fragmentos de copal y de coral, un esqueleto completo de un lobo mexicano acompañado de cuchillos de pedernal y un espadarte de pez sierra (alegoría de la tierra sobre el mar primigenio que para los mexicas, en particular, representaba al monstruo terrestre cipactli,); debajo de esto 23 insignias de lámina de oro que aluden a la guerra librada entre el dios Huitzilopochtli y su hermana la diosa Coyolxauhqui, el Sol y la Luna: con figuras de manos, representaciones de corazones, un par de orejeras (símbolo de la deidad lunar) y una mandíbula humana.

En otra capa, se hallaron conchas y caracoles provenientes del Caribe –que debieron ser trasladados vivos a Tenochtitlan–, y bajo ésta una figura antropomorfa de copa, una posible representación del dios de la lluvia Tláloc, orejeras de madera con restos de pigmentos, cuatro cetros serpentiformes de madera y cuchillos de pedernal.

La ofrenda, de acuerdo con la arqueóloga Alejandra Aguirre, es una representación en miniatura de los tres planos principales del universo:

“La biodiversidad de los organismos localizados en el Cuauhxicalco y en torno al monolito de la diosa de la tierra, Tlaltecuhtli, expresa el proceso de expansión que experimentó el imperio mexica durante el gobierno de Ahuízotl, entre 1486 y 1502. Estas ofrendas son una representación en miniatura de los tres planos principales del universo: el inframundo, el terrestre y el celeste”.

El INAH también dio a conocer que la Semarnat otorgó al Proyecto Templo Mayor un registro oficial de su colección científica de fauna silvestre, lo cual permitirá obtener esqueletos de animales muertos recientemente, lo que ayudarán a identificar restos arqueológicos de diversas especies que se recuperan cotidianamente de las antiguas ofrendas mexicas.

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