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Buscan confirmar que restos humanos sean de normalistas
La ciudad de Innsbruck es a partir de ahora pieza clave en el esclarecimiento de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
En la ciudad de los Alpes tiroleses, un grupo de élite del Instituto de Medicina Legal de la Universidad de Innsbruck (GMI), Austria, certificará si los restos calcinados hallados en el Municipio de Cocula, una rótula y otra pieza del cuerpo humano, pertenecen a los estudiantes desaparecidos.
"El GMI tiene una larga tradición en el manejo de casos difíciles y desafiantes con atención en todo el mundo.
"Está al servicio como laboratorio de referencia internacional para diversos análisis de genética molecular", dijo al diario Reforma el biólogo forense Walther Parson, profesor asociado del instituto.
Por motivos de confidencialidad, Parson afirmó que no puede dar detalles sobre el caso mexicano.
Sin embargo, arrojó una luz de optimismo al asegurar que es posible identificar la identidad de una persona desaparecida con restos completamente destruidos o afectados a causa de elevadas temperaturas.
"Las posibilidades de recuperar los perfiles de ADN útiles en el caso de cenizas es casi cero. Pero restos quemados pueden contener suficiente ADN para el análisis", aseguró.
Los investigadores requieren sólo extraer de una muestra el ADN equivalente a unas pocas células, lo cual es posible a través de un examen mitocondrial.
Este análisis, a diferencia del de ADN nuclear, permite sustraer información de células cuyo núcleo ha sido severamente dañado, como en los restos mexicanos a causa del fuego.
En este caso, participarán por lo menos dos expertos y para presentar resultados en semanas se necesitan de cerca de 66 picogramos de ADN.
"Los familiares pueden servir como referencia para identificar a los individuos desaparecidos, pero no hay contacto entre el instituto y los familiares", precisó Parson según la nota de Reforma.
Para analizar las evidencias proporcionadas por la PGR, los expertos tienen a su disposición la Base de Datos de ADN mitocondrial (EMPOP), la cual fue establecida en 1997 por el Ministerio del Interior para facilitar la labor policiaca mediante el almacenamiento de muestras recogidas en la escena del crimen.
"Fue establecida porque el Ministerio del Interior previó que una base nacional de ADN sería muy eficaz en la lucha contra la delincuencia", explicó el biólogo.
Al paso de los años, la base EMPOP se ha convertido en un laboratorio de clase mundial al contar con miles de muestras de polimorfismos de ADN conocido como "repeticiones cortas en tándem" (SER del inglés Short Tandem Repeats).
Además de ofrecer recursos que han sido usados en campos como la genética médica y la biología molecular forense y en proyectos de cooperación con instancias como Interpol.
El equipo liderado por Parson y compuesto por 65 expertos en ámbitos como la medicina, la biología y la química, cuentan con una gran base de datos mundial.
Pero, el biólogo, al ser cuestionado sobre el financiamiento del centro, no quiso proporcionar información.
"El instituto ha sido capaz de mantener su independencia haciendo correctamente su trabajo y permaneciendo objetivos", indicó por comunicación vía correo electrónico.
Lo que es un hecho es que cuentan con la experiencia de haber resuelto más de 8 mil casos en los últimos 17 años.
Algunos de ellos de gran sensibilidad política, como fue la identificación de víctimas del Gobierno de facto de Augusto Pinochet en Chile.
Otro caso ha sido el esclarecimiento de los descendientes de la familia real rusa, dinastía Romanov, el cual se basó en el análisis de restos con más de un siglo, disueltos en ácido y parcialmente quemados.
La investigación duró dos meses y demostró que toda la familia imperial desapareció.
O el análisis del cráneo del músico Wolfgang Amadeus Mozart y de los restos de San Leopoldo III de Austria, cuyo resultado puso fin a un debate histórico sobre la línea de sucesión de la Casa Babenberg.
El instituto también terminó con los rumores en torno al caso de uno de los dramaturgos más importantes de Alemania, Friedrich Schiller, fallecido en 1805, al demostrar que el cráneo que reposaba en la cripta del principado de Weimar no le correspondía y era de una mujer.
En cuanto a la capacidad operativa del laboratorio, parece no tener límites, como demostró el reto de identificar a las víctimas del tsunami que golpeó las costas de Sri Lanka en 2004.
Ponen en duda que los cuerpos de normalistas hubieran sido calcinados
La posibilidad de que los cadáveres de más de 40 personas pudieran ser calcinados al aire libre en el basurero municipal de Cocula, Guerrero –como es la tesis de la Procuraduría General de la República (PGR) sobre el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos–, generó visiones contrapuestas entre especialistas forenses.
De acuerdo con una nota del periódico La Jornada, Lorena Valencia Caballero, jefa de la Unidad de Investigación de la licenciatura en Ciencias Forenses de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), aseguró que para realizar ese tipo de quema se requieren conocimientos mutidisciplinarios para conocer las condiciones ambientales, geológicas, físicas y químicas.
Sin embargo, especialistas que forman parte de la Red Iberoamericana de Instituciones de Medicina Legal y Ciencias Forenses sostuvieron que estudios internacionales han establecido que una llanta quemada genera una temperatura de mil 600 grados centígrados, la misma que provoca que los huesos de una persona prácticamente se fusionen. Ante ello estimaron factible que el grupo criminal incinerara los cuerpos de más de 40 personas al mantener un hoguera con neumáticos y leña durante 14 horas.
A su vez, Valencia Caballero explicó que cuando un cuerpo humano se somete a un proceso de cremación tradicional (dentro de un horno que llega a alcanzar una temperatura hasta de 940 grados centígrados) los restos no pueden quedar totalmente pulverizados, pues ciertos huesos, y sobre todo la dentadura, son difíciles de destruir y por tanto deben ser sometidos posteriormente a un proceso de trituración.
La académica de la UNAM fue entrevistada en torno a los avances que dio a conocer el procurador Jesús Murillo Karam sobre la investigación del caso Ayotizinapa, donde expuso que los estudiantes presuntamente habrían sido calcinados en una hoguera que tuvo como base llantas y leña, y como aceleradores, gasolina, diesel y plástico.
Valencia Caballero señaló: ‘‘No cuento con las evidencias sobre ese caso particular, pero puedo aportar mis conocimientos sobre la literatura relacionada con los crematorios. En estos hornos la temperatura oscila entre los 600 y 940 grados centígrados; se trata de hornos cerrados diseñados para quemar un cuerpo, que puede tardar en calcinarse de dos a cinco horas, dependiendo de la temperatura y la complexión del individuo.
‘‘Pero aun después de este proceso se necesita un segundo, que es la trituración de algunos huesos y de la dentadura. Estos restos que no se alcanzan a pulverizar deben pasar por una máquina para finalmente transformarlos en cenizas. Se habla de que se usó una cerca de piedras, pero, ¿hasta qué punto se tiene conocimiento para controlar eso? En un ambiente así (el basurero) es complejo evitar que el fuego se propague.
‘‘Además, hay otros factores, como el control que se puede tener de la temperatura, el medio ambiente, el clima, la ubicación del terreno, la cantidad de cuerpos, el viento, la humedad, la altura, los materiales usados para la combustión.’’
Los que llevaron a cabo esa acción debieron contar con conocimientos para calcular la cantidad de material combustible (diésel, llantas, leña) necesarios para mantener por horas encendida una hoguera para quemar tantos cuerpos, y para lograr una temperatura constante en la misma, dijo la académica.
Sin embargo, los especialistas internacionales refirieron que ‘‘con base en la información difundida por las autoridades y la experiencia forense en materia de incendio, es posible que el cuerpo de una persona sea calcinado en las condiciones que se presentan en la zona del basurero de Cocula, en Guerrero, sobre todo si se mantuvo el fuego durante tanto tiempo (14 horas)’’.
Los especialistas entrevistados, los cuales solicitaron el anonimato debido a que podrían participar en la identificación oficial de los restos, apuntaron que ‘‘se debe considerar que el sitio en el que se realizó la incineración es una barranca, en la cual las corrientes de viento debieron ser casi nulas.
‘‘Además, según la información difundida, los cuerpos de las víctimas fueron colocados sobre las llantas llenas de madera y con los aceleradores la temperatura se incrementó a niveles con los cuales se procesan los materiales para la producción de cemento, la cual llega a los mil 600 grados centígrados.
‘‘Los estudios internacionales refieren que a partir de los 800 grados la consistencia de los huesos se deforma y se cristaliza la estructura interna más sólida, dejando en situación de fragilidad cualquier parte ósea que se exponga a esas temperaturas.
‘‘Entre los 100 y 600 grados centígrados los restos se deshidratan; al alcanzar temperaturas de 500 a 800 grados, los restos se descomponen, y entre los 900 y los mil grados se extraen los carbonatos, esto es, que el hueso esponjoso se encoje y mantiene su forma, pero el hueso compacto se quiebra.
‘‘En temperaturas superiores a los 800 grados se observan grietas en las superficies de los huesos y existe decoloración; las partes negras indican que están carbonizadas; los huesos blancos están calcinados y difícilmente hay partes que puedan ser analizadas para obtener muestras de ADN.
‘‘Si como se ha dicho, los delincuentes trituraron los restos después de mantenerlos en la hoguera, los pedazos tardarán de semanas a meses en ser analizados, ya que la contaminación derivada de los neumáticos y los aceleradores, así como la intensidad del fuego, no permitirán que se trabaje de manera rápida la identificación’’, señalaron los peritos internacionales.
Presumen omisión de mando del Ejército en caso Ayotzinapa
Por omisión, el comandante del 27/o Batallón de Infantería, coronel José Rodríguez Pérez, podría enfrentar a la justicia (castrense y civil), luego que el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Salvador Cienfuegos Zepeda, revelara a diputados federales que el mando se encontraba en la fiesta que ofrecía la esposa de José Luis Abarca él día en que policías de Iguala mataron a seis personas y desaparecieran a 43 normalistas.
“El jefe del batallón 27/o de Iguala debe enfrentar a las autoridades por dos motivos, una porque no se enteró de los ataques contra los estudiantes estando en el lugar donde supuestamente se emitió la orden para atacaros y dos, porque los soldados no le dieron aviso de la emergencia que ocurría en el instante en que disfrutaba de la fiesta”, advirtió el diputado del MC Ricardo Mejía Berdeja.
Así, la noche del 26 de septiembre, cuando policías de Iguala, Guerrero, atacaban a normalistas de Ayotzinapa, el coronel José Rodríguez Pérez se encontraba en el festejo que ofrecía María de los Ángeles Pineda Villa en la plaza cívica, entonces directora del DIF municipal (hoy arraigada), confirmó el general Cienfuegos Zepeda.
“Nos dijo que el responsable del batallón 27/o estuvo presente en el evento de la señora del DIF y que él no vio nada en el evento; incluso se fue a su cuartel al terminar el festejo y aseguró que no pasó nada”, reveló, por su parte, la legisladora ecologista Ruth Zavaleta al diario 24 Horas.
Ayer, los integrantes de la comisión que investiga la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos fueron recibidos en las oficinas del general Cienfuegos Zepeda, ubicadas en el Campo Militar número Uno.