Se deteriora el control en la educación

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez

 En estos últimos días se han dado sucesos  a lo largo y ancho del País, que demuestran el desgaste del control en la educación que ejerce el Estado a través de diferentes instancias burocráticas,  la inconformidad de los estudiantes y su propio despertar para hacer valer sus derechos y que sean escuchadas sus demandas, manifiestan claramente el deterioro de la educación en sus objetivos de formar ciudadanos dóciles y manipulables para insertarlos en una sociedad injusta, desigual y explotadora, en donde cada vez hay menos oportunidades de empleos para los profesionistas, y que cuando los hay son muy mal pagados. El despertar de los jóvenes estudiantes pone a prueba la capacidad del Estado para mantener este control, y en algunos casos tiene que recurrir a actos de barbarie, como la desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, de donde han egresado maestros como Genaro Vázquez y Lucio Cabañas y que mantuvieron en jaque a las fuerzas armadas hace algunos años; en otros casos, como los jóvenes del Instituto Politécnico Nacional, el Estado ha tenido que aceptar que los estudiantes tienen razón y ahora se ven a obligados a ingeniárselas para mantener el control ya que los estudiantes piden la autonomía y la democratización de sus escuelas, para que tengan el derecho a participar en las decisiones fundamentales de ellas.

     Aquí en el estado de Tlaxcala, los estudiantes del CBTIS número 3 piden, en un paro pacifico, que su director sea removido por déspota e intransigente, además tienen demandas que tienen que ver con falta de instalaciones adecuadas o deterioradas. Por su parte, los estudiantes de la FNERRR hacen marchas y mítines en Huamantla y Tlaxco porque los ediles de esos municipios se comprometieron a apoyar demandas de infraestructura y después se desdicen de sus promesas, La FNERRR de Tlaxcala marcha para solicitar que en la poblaciones de La Soledad y San Lucas Cuauhtelulpan, de los  municipios de El Carmen Tequexquitla  y de Tlaxcala respectivamente, se instalen escuelas del Nivel Medio Superior para que atienda a la población que carece de planteles donde educarse.

      Si se hace un análisis desprejuiciado, se verá claramente como todas estas peticiones de los estudiantes tienen razón, son demandas legítimas y necesarias, y que además el Estado y sus instituciones pueden resolver fácilmente, que se encuentran enmarcadas en el espíritu de la Reforma Educativa y que tienden a mejorar la educación de los jóvenes. Sin embargo, muchos funcionarios acostumbrados a realizar sus tareas en forma  autoritaria, a veces bajo las fobias que les despierta el hecho de que los jóvenes se organicen o simplemente porque desafían el control institucional y burocráticos, se niegan a resolver porque creen que alientan este tipo de movimientos y entonces aplican acciones negativas desproporcionadas o despectivas, y el problema se enreda a un más trayendo como consecuencia lo que pasa en el estado de Guerrero con los alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa.

      La situación misma del País en donde crece la desigualdad económica, el desempleo, la pobreza, la injusticia y por ende la violencia, impacta en los jóvenes, sobre todo en los más sensibles y capaces observan como en sus escuelas se presentan los mismos síntomas del su entorno,  y al observar que una buena parte de la enseñanza no concuerda con la realidad sienten que la educación es adocenada y buscan necesariamente respuestas, por ello se inconforman con su realidad poniendo a prueba el control ideológico de la educación del Estado.  

        La política educativa debe cambiar necesariamente por el bien del País, es necesario hacerla más real y desde luego hacerla más democrática, nada le cuesta al Estado y a su burocracia, contemplando a los directores y maestros, comprender que a los jóvenes estudiantes no les puede controlar eternamente, éstos necesitan conocimientos auténticos, científicos, objetivos y claros y que realmente le sirvan a los cambios que necesita el País antes de que se hunda en un estado de barbarie.